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El debate público

2016: CDMX en crecimiento… pero con otro modelo

Salomón Chertorivski Woldenberg

El Financiero

28/02/2017

Es notable lo que ocurrió en materia económica —el año pasado— en la Ciudad de México. Por razones que intentaré explicar aquí, esta Ciudad pudo crecer a una tasa superior a 4.0 por ciento, es decir, creció el doble que el promedio nacional.

Y no sólo eso: la Ciudad de México jaló al conjunto de la economía nacional de un modo que impresiona. Ella sola explica la tercera parte de todo el crecimiento nacional, es decir y a pleno derecho, se convirtió en “el motor de la economía mexicana” (Miguel A. Mancera dixit).

Quiero anotar que todos los datos que exponemos aquí (gracias a la hospitalidad de EL FINANCIERO) son datos oficiales, casi todos provienen del Inegi, y en su conjunto muestran un círculo virtuoso que confirma lo que quizá debería ser nuestro futuro: la base para un cambio económico de México, un cambio que vamos a tener que ejecutar empujados por la ira del gobierno federal de Estados Unidos, o sea, hecho más por necesidad que por virtud.

¿Qué explica este crecimiento en la economía local más grande de México, la que representa 17 por ciento de toda la economía mexicana? El consumo y la inversión, una mejora del ingreso de la gente y un desarrollo en infraestructura que no habíamos visto en mucho tiempo.

La evidencia es esta: el ascenso del comercio al por menor, el que se celebra en los establecimientos donde compran o venden directamente a las familias. Desde que empezó la administración del jefe de Gobierno y hasta diciembre del año pasado, este comercio creció 11.5 por ciento en la CDMX. En el país —mismo periodo— ese crecimiento alcanzó 4.3 por ciento. Para dar una idea de las magnitudes: el comercio al por menor en la Ciudad equivale a casi 139 mil millones de pesos, 16 por ciento del total nacional en un solo año.

Ese consumo fue posible porque los capitalinos tuvimos un poco más dinero en el bolsillo. Las acciones para recuperar el salario mínimo en la Ciudad dan pequeños frutos, pero nada desdeñables. Durante el año pasado el ingreso laboral mejoró a una tasa de 3.6 por ciento (mejor que el promedio laboral de 3.0 por ciento), aunque en el último trimestre el ritmo de ascenso alcanzó 11 por ciento, el más alto de todo el país (datos del Coneval).

La creación de empleo formal es también la mayor de todo el país —por sí mismo, esto incrementa la masa salarial total— y por lo tanto multiplica el consumo. Fueron 128 mil 676 en 2016, casi 20 por ciento del empleo total, creado en el país.

El otro motor es la infraestructura y la edificación. No hay más que andar por la Ciudad para darse cuenta de una intensa construcción de edificios (si, nuestra CDMX está dejando de ser ‘chaparrita’) y por ello mismo está exigiendo una actualización y modernización de los servicios públicos en grandes proporciones y de manera muy acelerada. En lugar de casarse con la noción de ‘austeridad’, la CDMX debe empeñarse en entrar a una nueva fase constructiva –—especialmente pública— de la Ciudad. Los riesgos de no hacerlo son evidentes.

Pero acaso tan importante, el factor que más contribuyó al crecimiento local es el sector de las telecomunicaciones y la electricidad (una tasa de ¡66! por ciento de incremento) y las grandes obras de urbanización (34 por ciento) respaldadas sobre todo por el Fondo de Capitalidad.

La combinación de mayor ingreso (así sea un poco), más empleos, mayor consumo y más gasto en infraestructura material (tanto público como privado) explica que la Ciudad haya tenido su crecimiento más importante en lo que va del siglo, luego del año 2000 (y si descontamos el año 2010, pero entonces lo que vivimos fue el efecto ‘rebote’ después de una crisis muy profunda).

Esta vez no fue así y 4.0 por ciento es un crecimiento neto, riqueza absolutamente nueva.

Todo esto ocurrió en el contexto de una administración de los recursos públicos muy razonable: la CDMX recauda 44 por ciento de los recursos que gasta (el porcentaje más alto de cualquier entidad del país) mientras el monto de los recursos recaudados sube y el saldo de la deuda baja.

Todo esto está documentado en www.sedecodf.gob.mx y, me parece, marca una importante pauta, al menos para la discusión de la política económica nacional: el mercado interno, el consumo, el ingreso y la inversión masiva en infraestructura pueden sacarnos del pasmo, son los pivotes que pueden dar origen a un nuevo arreglo y a una nueva política económica más allá de la Ciudad, en toda la nación.

Ni posverdades ni maquillajes: hechos y datos comprobables para un genuino cambio económico que está planteado ya, por la nueva era en nuestro hemisferio.