Categorías
El debate público

¿Estaremos aquí, en el siglo XXII?

Ricardo Becerra

La Crónica 

16/10/2016

 

Ha llegado a nuestro país, el Premio Nobel de la Paz, Rajendra Pachauri, para testificar el inicio de una política mayor contra el cambio climático en la Ciudad de México.

La Ciudad es una enloquecida concentración humana, la más grande de toda América, y su influencia abarca ya a más de 23 millones de personas. Por ese solo hecho, la economía de esta mancha urbana, debe ponerse al frente de un poderoso cambio energético, económico, social, cultural, si queremos enfrentar el desafío del cambio climático; fenómeno que es, a no dudarlo, el principal problema del planeta en el siglo XXI.

Hay que subrayarlo: en la Cumbre de Cambio Climático celebrada en París en diciembre del año pasado, la Ciudad de México adquirió varios compromisos que implican, sobre cualquier otra cosa, el desarrollo de una economía que soporte una gran transición energética: reducir fuertemente el consumo de combustibles fósiles e impulsar y fomentar la utilización de energías de nuevo tipo.

Tres cosas se imponen: ajustar nuestro marco legal para dar una absoluta prioridad a la política energética contra el cambio climático; crear, la primera oficina especializada que coordine los esfuerzos del Gobierno, de las empresas y de la sociedad, para producir una economía de energías limpias, y contar con un plan de trabajo de corto y mediano plazo lo suficientemente poderoso y significativo para que la política contra el cambio climático sea una obra extensa de gobierno, empresa y sociedad.

O sea: el cambio climático, se resolverá (o no) en este siglo, especialmente en los años inmediatamente por venir.

Y la Ciudad de México no puede evadir la responsabilidad que le toca.

Por eso es que mañana ha convocado a una gran discusión, al Foro “Economía y cambio climático” en el que se discutirá por primera vez y en serio, las cosas que los chilangos debemos hacer, sin excusas, para enfrentar el problema cardinal de nuestra generación y de las dos que vienen.

Si esas tareas no las empezamos ya y con enorme compromiso, simplemente, no lo van a contar nuestros nietos en el siglo XXII.