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El debate público

Hace 40, 30, 20 y 10 años

José Woldenberg

Reforma

01/12/2016

1976. México fue a unas elecciones presidenciales en las que aparecía un solo candidato a la Presidencia de la República: José López Portillo, postulado por el PRI, el PPS y el PARM. El PAN se enfrascó en su Convención en un pleito sin salida y no pudo postular candidato. Y el Partido Comunista Mexicano lanzó la candidatura del respetado sindicalista Valentín Campa, pero ese partido carecía de registro. Sobra decir que el abanderado del tricolor fue el ganador con el 100 por ciento de los votos válidos. La paradoja resultó mayúscula: el país estaba cruzado por una aguda conflictividad: en las universidades públicas, los sindicatos, el mundo agrario y el empresarial se reproducían conflictos sin fin, tensiones propias de una sociedad plural, y desencuentros con las autoridades federales y estatales. Además, aparecieron grupos guerrilleros en distintas ciudades y el campo, y nuevas publicaciones y organizaciones con pretensiones de partido. Pero el espacio electoral no tenía cauce para esas expresiones. Existía una profunda ruptura entre el mundo de la política en su sentido amplio y el de la política institucional electoral. La segunda no reflejaba lo que sucedía en la primera. Por ello, el nuevo Presidente habría de instruir a su secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, a llevar a cabo una reforma política (electoral) que intentaría tender puentes entre ambas realidades. Pero eso empezó a suceder al año siguiente.

1986. Los efectos de aquella primera reforma se habían hecho sentir. Diversos partidos ingresaron a la arena institucional electoral y empezaron a cosechar, por goteo, algunos triunfos. No obstante, las reiteradas anomalías y fraudes electorales generaban conflictos post electorales agudos. Se anunciaron y realizaron una serie de audiencias públicas para discutir una nueva reforma y al final sus resultados fueron más bien contradictorios. Se configuró la Comisión Federal Electoral más facciosa de la historia de México. Estaba conformada por el secretario de Gobernación, un diputado, un senador y los partidos tenían una presencia de acuerdo al número de votos que hubiesen obtenido en la última elección federal. De tal suerte que para las elecciones de 1988, en la CFE, un partido (el PRI) tuvo más votos en la Comisión encargada de organizar los comicios que el conjunto de los partidos opositores; e incluso si los representantes estatales (que eran del PRI) hubiesen votado con la oposición, aun así el tricolor tenía mayoría (16 a 15). Pero en esa misma reforma se creó la Asamblea de Representantes del DF. La primera autoridad en décadas que sería votada por los ciudadanos de la capital. Fue el eslabón inicial del proceso democratizador de la hoy Ciudad de México.

1996. Se llevó a cabo la reforma electoral más profunda y abarcadora. Se diseñaron las nuevas instituciones electorales: INE y Tribunal Federal Electoral, intentando inyectar imparcialidad y certeza a los procesos. Se reformaron las fórmulas de integración de las Cámaras de Senadores y Diputados para ofrecer cauce de representación a la pluralidad. Y esas fórmulas persisten hasta la fecha. Se crearon condiciones de equidad para la competencia, tomando dos palancas muy poderosas: el dinero y el acceso a los medios de comunicación. El financiamiento público se multiplicó y repartió conjugando criterios de igualdad y proporcionalidad, y se diseñó una serie de medidas para que los medios realizaran una cobertura más equilibrada de las campañas. Se estableció que el jefe de Gobierno y los delegados del DF serían electos y la Asamblea de Representantes se convirtió en Legislativa, multiplicando sus facultades. En una palabra se sentaron las bases normativas para contar con elecciones libres con autoridades imparciales y condiciones de la competencia equitativas.

2006. Se celebraron las elecciones presidenciales más competidas y polarizadas de nuestra historia. La diferencia entre el ganador y el segundo lugar fue apenas del 0.56% de la votación. No obstante, los resultados no fueron reconocidos por López Obrador que denunció haber sido víctima de un fraude (hasta la fecha no probado) y buena parte de lo construido -en términos de confianza- se erosionó de manera grave.

Cuatro efemérides que mucho explican -creo- del México actual.