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El debate público

La obra del INE

 

 

 

Ricardo Becerra

La Crónica

14/05/2018

Sigo sin comprender a quienes menosprecian (les parece poco, una talacha menor) el trabajo operativo del Instituto Nacional Electoral, o sea, la base material que soporta el voto, el cuidadoso entramado para contener eso que llamamos… soberanía popular.

El asunto es mucho más que monstruoso: en los hechos, el INE, produce la Cédula de Identidad Nacional, qué hoy llamamos Credencial de Elector, pues ningún otro documento acredita con tanta certeza la personalidad de los mexicanos: 89.1 millones de mexicanos, el mayor potencial de votantes de la historia.

Además de suplir el trabajo que —en un país normal— debiera hacer la Secretaría de Gobernación, el INE debe cumplir, vigilar, puntualmente, un montón de tareas adicionales: monitoreo de encuestas, monitoreo de spots, monitoreo de noticieros, fiscalización de los recursos, resolver quejas sobre los spots que emiten radio y televisoras, y un largo, muy largo, etcétera.

El trabajo del INE es poco más que monstruoso: debe dar seguimiento a 3 mil 406 campañas para el mismo número de cargos totales, federales y locales (Presidente, Gobernadores, Senadores, Diputados y más) en todas las elecciones del primero de julio.

El potencial de votantes es el mayor de toda la historia: 89.1 millones de adultos podrán acudir a las urnas, en 156 mil 974 casillas. La idea es que la urna esté lo más cerca posible del probable elector.

Para que eso fuese posible, 45 mil capacitadores (acreditados por los quisquillosos partidos) se lanzaron a las calles en búsqueda de 1 millón 400 mil funcionarios, ciudadanos, para conformar una casilla. Así que el día de hoy, andan en las calles del país un ejército de funcionarios del INE, tocando puertas, dando la cara, convenciendo y al final, capacitando a millón y medio de mexicanos que protegerán y contarán el voto de sus vecinos.

12.8 millones de mexicanos votarán por primera vez, para elegir Presidente de la República, los que agregaddos a sus mayores, exigirá la impresión de 281 millones de boletas.

Ya saben: desde 2008 la credencial para votar caduca cada diez años. No es suficiente haberse inscrito en 1999 o 2003, sino que debemos ir al módulo y renovarla regularmente para garantizar su vigencia, de modo que ya se completó un ciclo: por eso, después de una década, de cada mil mexicanos mayores de 18 años, hoy, 998 están en el padrón, lo que convierte a nuestro electorado potencial en el universo más completo y confiable de la historia electoral de México (y creo, del mundo).

¿Y quien recibirá a cada ciudadana/o, verificará que sea auténtica su personalidad, constando que es él o ella, mediante su fotografía, luego vote en secreto y se le imprima su sello en el pulgar para que no pueda votar dos veces? Pues sus vecinos, los representantes de los partidos y los observadores electorales, que hoy, son una legión.

Para mí, ni el presidente Peña ni el candidato López Obrador tienen un ápice de razón: el país está preparado para anunciar, la noche de la elección, quién es el candidato más votado sea la tendencia que sea. Y no hay manera, forma, truco, para torcer el resultado de la elección en las urnas.

 Para eso es, se construyó y se diseñó, la enorme fontanería, albañilería, del INE. Y hay mucho más… volveremos sobre el tema.