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El debate público

Los sonidos del silencio

 

 

 

 

 

María Marván Laborde

Excélsior

05/10/2017

La democracia moderna no existe sin libertad de expresión y sin una opinión pública fuerte. La democracia exige pluralismo en las fuentes de información y la opinión pública es un contrapeso efectivo al poder del gobierno y del Estado

Con cariño y admiración para Leonardo,

                María Amparo y Ricardo.

A pesar de que las afirmaciones anteriores son verdades de Perogrullo, sigue siendo cierto que las libertades en las democracias viven bajo permanente amenaza y en ciertos momentos, cuando ésta se materializa, es momento de temer por la supervivencia de la democracia misma.

Donald Trump es un presidente a quien la libertad de expresión le agrede, le incomoda. A pesar de que en Estados Unidos la primera enmienda al texto constitucional es prácticamente imbatible en cualquier enfrentamiento de derechos fundamentales y libertades básicas, Trump no ha tenido el más mínimo recato en insultar a reporteros, expulsar medios críticos de ruedas de prensa e inventar fake news que tergiversen la realidad para acomodarla a sus necesidades y preferencias.

Su último exabrupto es contra los jugadores de futbol americano que con una rodilla en el suelo manifiestan su inconformidad al gobierno norteamericano por políticas y actitudes de discriminación racial. Sugirió hace unas semanas, vía Twitter, que los dueños de los equipos deberían cesar a los jugadores por faltarle el respeto al himno nacional al escucharlo en esta posición. Es una interpretación bastante cuestionable que esta postura sea en sí misma irrespetuosa, en muchos servicios religiosos, católicos o no, hincarse es exactamente lo contrario, una expresión reverencial. De cualquier manera, lo que es cierto es que ningún dueño de ningún equipo decidió seguir la sugerencia del Presidente. Las críticas en los medios han sido fortísimas y lejos de disminuir ha incrementado el número de jugadores que de esta forma manifiestan su inconformidad con el régimen.

El domingo en Cataluña tuvimos una muy lamentable expresión de represión de la policía española que agredió a aquellos catalanes que decidieron ir a votar en un referéndum cuya invalidez legal estaba ya claramente definida. El presidente Rajoy (Partido Popular) fue absolutamente intolerante, ordenó la represión y con ello agravó la ya muy delicada situación política, contribuyó a polarizar las posturas.

Jesús Silva Herzog, en su artículo de esta semana, nos ofreció un enfoque radicalmente diferente que podía haber generado otro desenlace. Establecido que el ejercicio del referéndum carecía de cualquier validez jurídica, pudo haberse entendido como una forma más de expresión de la opinión pública. En este sentido, debió haberse respetado a los manifestantes. Hoy, los espacios de diálogo parecen cancelados y no se ve quién o cómo podría favorecer el acercamiento de posturas para empezar a buscar el curso político de solución al conflicto.

En México el día de ayer salió del cuadrante de Radio Mil, propiedad de Edilberto Huesca, el conductor del noticiero de la mañana de Enfoque Noticias, Leonardo Curzio. En una muestra de honestidad intelectual, prefirió renunciar que obedecer la orden de despedir a María Amparo Casar y a Ricardo Raphael.

No sabremos nunca el nivel de presión que recibió del régimen actual, cabe la posibilidad de que haya sido una decisión de autocensura, es decir, el dueño acabó con la tertulia de manera preventiva, para congraciarse con el poder. Tanto la censura como la autocensura son síntoma de un régimen en el que la libertad de expresión está amenazada, son evidencia de la debilidad democrática y, lo que es peor, los ciudadanos reconocen que los gobernantes están dispuestos a aniquilar cualquier libertad fundamental. No hace falta remarcar la diferencia entre los dueños de los equipos de futbol americano y Huesca.

Ayer se despidió Curzio con esta aseveración: La libertad de expresión es la madre de todas las libertades y a veces se defiende hablando y a veces se defiende callando. Hoy ya no hay tertulia, su silencio es la crítica más severa al régimen que jamás hubiésemos escuchado, como no podrán acallar al silencio, buscarán consuelo en el ruido.