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El debate público

Pobres (extremos) que trabajan

Ricardo Becerra

La Crónica

26/07/2015

Si entiendo bien al Coneval, la pobreza en México pende de dos factores cruciales: los ingresos de la gente por un lado y los servicios, de salud, educación, seguridad social, etcétera. El primero ocurre fundamentalmente en el mercado; el segundo depende, sobre todo, del Estado.
Si esto es así, resulta que en el bienio 2012-2014, es el mercado el que sigue fallando, mientras que el Estado avanza, persigue las necesidades de los mexicanos, muy lentamente.
En una nuez, así se puede resumir el riguroso Informe presentado el jueves pasado por el Secretario Ejecutivo de Consejo Nacional para la Evaluación de la Pobreza: los ingresos caen, los servicios crecen (un poquito), y es por este juego de fuerzas que México tiene dos millones de pobres adicionales pero 100 mil pobres extremos menos, quienes con toda seguridad hoy son, sencillamente, pobres.
Veámoslo así: los 55.3 millones de pobres mexicanos padecen un poco menos, porque el número de carencias que sufren son menos… insisto, un poco menos: de 2.4 a 2.3 carencias en el bienio del Informe. Lo mismo ocurrió con los pobres extremos: de 3.7 a 3.6 carencias-promedio.
Qué bien por ellos, pero visto en perspectiva el avance resulta francamente residual frente a los grandes números de la miseria: 2 mil 470 personas se agregaron al mundo de la pobreza todos los días, en los primeros dos años del sexenio del Presidente Peña Nieto.
¿Por qué? Dos factores son los que han gravitado fuertemente a favor de la pobreza, según la hipótesis del propio Coneval: el rebote demográfico que se vive en los hogares más humildes y la disminución del ingreso en nuestras casas.
Soy de los que cree que el primer punto -el rebote demográfico- está asociado entre otros factores, a la política social misma: si Prospera brinda apoyos y dinero adicional por cada hijo en la escuela (hasta un límite de tres) esto crea un mecanismo indeseable: procrear para multiplicar el subsidio familiar. Creo que esa es una de las discusiones esenciales que se desprende del Informe: necesitamos una política demográfica convergente (entre secretarías y niveles de gobierno) que haga descender el ritmo del crecimiento de nuestra población.
Y más importante: los salarios.
Aquí no son hipótesis sino hechos (entre otras cosas porque los salarios son un rubro de captación estadístico muy confiable dentro la ENIGH). Si vemos la situación de los que ganan un salario mínimo, el 58 por ciento están en pobreza y el 12 por ciento en pobreza extrema. Y si tomamos a los que perciben dos salarios mínimos, el 42.3 por ciento está en pobreza moderada y 4 por ciento en pobreza extrema.
Estas personas (solo las que perciben esos ingresos) hablamos de ¡dos millones de hogares, habitados por 10 millones de personas! En otras palabras: cerca de una quinta parte del total de pobres que ha cuantificado Coneval es precisamente el mundo de los bajísimos salarios, los menores a 140 pesos diarios.
Esto ocurre, lo mismo en la economía formal que en la informal por supuesto, pero el punto de quiebre, la corrección inicial puede y debe ocurrir precisamente en los circuitos de la formalidad. Lo ha dicho el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México: un mayor salario en el sector formal es una poderosa señal para el cúmulo de mexicanos que se ocupan en la informalidad. Y como lo enseña la experiencia del mundo: volver relevante al salario mínimo es volver relevante la economía formal.
¿Lo ven? Vuelve a aparecer la exigencia: recuperar los salarios mínimos es en realidad, la pierna que hace falta para que la política social rinda frutos que no sean residuales.
Lo cual resulta aún más urgente y pertinente, por cuánto en unos meses nos embarcaremos en un recorte al gasto de enormes proporciones, que muy probablemente encogerán las capacidades del Estado para resolver las carencias de los mexicanos.
El Coneval ha venido a poner orden en nuestra discusión. Hay que hablar de pobres, si. Del decil inferior como quiere la Secretaría de Sedesol. Pero a partir de ahora y sobre todo, hay que hablar de esos pobres y pobres extremos que trabajan.