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El debate público

Salario mínimo y economía manipulada

Salomón Chertorivski Woldenberg

Reforma

18/03/2016

Una vergüenza universal: el salario mínimo de México es el más bajo de toda América y, muy probablemente, es el más bajo a escala mundial, incluso comparándonos con China o Bolivia.

Esto es un dato, un hecho, no una frase. ¿Hay razones para que las cosas sigan así? El gobierno federal, el Banco de México y la Coparmex siguen diciendo que sí, siguen empeñados en impedir que nuestra economía corrija uno de sus mayores errores sostenidos durante más de tres décadas.

Es un asunto que descorazona: si usted trabaja duro, una jornada completa, de modo honesto, no sale de pobre ¡extremo! (no le alcanza para comprar los alimentos indispensables). Por ejemplo: si labora en una gasolinera, un restaurante o una empresa de vigilancia o de limpieza, su sueldo diario es de 73 pesos, decretado por una comisión burocrática, desde hace casi 30 años.

Por eso, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México puso el tema sobre la mesa en mayo de 2014: no podemos seguir con un salario mínimo tan bajo porque lo deforma todo -en la sociedad y en la economía-, y propuso un estudio riguroso, una deliberación abierta y una política pactada para los siguientes lustros. Algo razonable y oportuno.

¿Qué recibimos a cambio? Evasivas, promesas sin fecha, estudios absurdos ¡del Banco de México! y la indolencia ante una situación social que se sigue deteriorando. ¿Resultado? Los pobres que en México trabajan honestamente lo siguen siendo, mientras la economía crece menos.

El secretario del Trabajo federal prometió un alza en junio y no ocurrió nada. Y la semana que pasó, el presidente de la Coparmex mandó el alza para otro momento porque «no hay condiciones». Es decir, los salarios deben seguir siendo el clavo del sacrificio nacional.

En 2014, exigían evidencias, datos de largo plazo y se los dimos (véase http://salarioscdmx.sedecodf.gob.mx). En 2015, el año de la menor inflación en la historia, dijeron que no debíamos alterar ese paraíso de estabilidad. Y ahora (2016) tampoco se puede por la «volatilidad e incertidumbre internacional» (ElUniversal, 13 de junio). En otras palabras, haya estabilidad o volatilidad, pase lo que pase, el salario mínimo debe permanecer bajo llave.

Pero esta visión ya es insostenible, pues se han venido apagando todos los motores: el sector exportador se ha debilitado; hemos visto un triple recorte al gasto público en el último año y un doble aumento a las tasas de interés. Lo único que ha marchado, lo que permitió que nuestra economía creciera hasta abril, son las compras de la gente, pero incluso éstas han empezado a desfallecer. Los últimos datos del INEGI informan que el consumo privado cayó 2.2 por ciento, el peor retroceso mensual desde 2009. El único motor que nos queda es el mercado interno, ése que se mueve gracias al ingreso de la gente. ¿No es precisamente ahora cuando nos vendría bien una inyección de demanda en los circuitos internos de nuestra economía doméstica?

Los argumentos son demasiados y demasiado fuertes. Veamos:

1. En las condiciones actuales, el mercado laboral formal produce pobres extremos porque el salario mínimo no permite cubrir las necesidades de un trabajador y su dependiente. Ésta es la peor señal que emite el mercado formal a la sociedad mexicana.

2. Cuarenta años de rezago. Desde 1976 se acumula una pérdida del poder adquisitivo de quienes ganan el mínimo: 75 por ciento.

3. Somos el país que paga menos. Tenemos el salario mínimo más bajo de la OCDE y el más bajo de toda América, y somos el único país que no ha construido políticas para incrementar su salario mínimo en lo que va del siglo.

4. El ingreso per cápita ha caído de un modo inadmisible. La merma en el ingreso corriente de los mexicanos es la fuente más importante de empobrecimiento de la población en el último lustro. Lo peor: el ingreso per cápita está hoy por debajo de 1992.

5. Las condiciones productivas están dadas. De 1998 a la fecha, se registró un alza acumulada del 16 por ciento en la productividad, mientras que el salario mínimo cayó un 30 por ciento, por debajo del nivel de 1991. México ha visto subir su productividad, pero los salarios y los salarios mínimos han visto la trayectoria inversa. Desde hace más de 20 años en México, la productividad -en dólares constantes- ha sido de las más altas en América Latina, con Chile, pero tenemos un salario mínimo similar al de Nicaragua.

6. Impacto en la demanda interna. Cada peso que toman los trabajadores de la escala más baja incide positiva y directamente en el consumo interno, por lo que 16 pesos adicionales cada día (que el salario mínimo alcance la canasta alimentaria), representan un propulsor inmediato del crecimiento económico.

7. La pérdida en el poder adquisitivo del salario mínimo ha llegado a una situación de inconstitucionalidad. México, viola, todos los días, su propio orden jurídico en la base material de la existencia de sus ciudadanos.

8. La experiencia internacional muestra que es posible. En todo el mundo se han implementado políticas de recuperación del salario mínimo: Alemania, Inglaterra, Uruguay, Chile, Japón o China y varias ciudades han impulsado políticas de recuperación con mucho éxito: Seattle, Nueva York, Los Ángeles, San Francisco o Washington.

9. Existe un amplio consenso político. El Congreso de la Unión y 25 legislaturas en los estados votaron por unanimidad la reforma constitucional que libera al salario mínimo de funciones que nunca debió asumir. Su propósito no fue jurídico o estético, sino que el ingreso mínimo inicie una ruta de recuperación.

10. Otros estudios de instituciones imparciales como la OCDE, el FMI, la OIT, el Aspen Institute o la oficina de estudios económicos de BBVA confirman que un alza significativa y bien monitoreada de los salarios mínimos no causa inflación ni desempleo; además, impactaría positivamente sobre el PIB.

11. La CNDH acaba de publicar un estudio en el que muestra que México está incumpliendo varios compromisos internacionales y que el salario suficiente es el cimiento para ejercer todos los demás derechos: la base de los derechos.

12. El salario mínimo tan bajo se presta a «pagar por fuera», a una enorme simulación tributaria, a medio camino entre la ilegalidad y la informalidad consentida en detrimento de prestaciones, IMSS, pensiones e impuestos exceptuados.

En una intervención abusiva, las autoridades monetarias y laborales han manipulado la economía para deprimir intencionalmente los salarios por décadas. Especialmente Banxico, tan celoso de su autonomía, no repara en opinar, intervenir y azuzar en áreas que no le corresponden, jugando un penoso papel de espantapájaros.

Es un error craso que debilita su credibilidad.

En todo el mundo la causalidad demuestra que la estabilidad se fortalece con recuperación salarial, porque ella ayuda al crecimiento desde dentro. Allí se juega nuestro futuro y buena parte del humor de nuestra atribulada y empobrecida sociedad nacional.