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El debate público

Salario mínimo y la viabilidad económica de México

Ricardo Becerra

La Crónica 

20/08/2017

 

Para Héctor de Mauleón, extraordinario periodista, mi amigo, cobardemente amenazado.

 

La escuela en la que se educaron nuestros decisores autóctonos de la política económica, sobre todas las cosas, enseña a poner las cosas al revés. Si, la causalidad inversa, poner de cabeza la discusión, invertir la realidad. Los ejemplos son muchos, por sobre todos, destaca su bizca visión de los salarios y en especial, de los salarios mínimos.

Para ellos, el mínimo no puede crecer si no crece la “productividad”. En otras palabras es responsabilidad de los trabajadores (no de la organización empresarial, no de la tecnología, no de las altísimas ganancias brutas —lo que se queda el patrón—).

El trastorno con el que ven el mundo llega mucho más lejos y tiene muchas más -vastas consecuencias- que están comprometiendo la viabilidad misma de la economía nacional. ¿Creen que exagero? Pongo tres ejemplos.

¿Por qué México es el país con menos días libres y más horas de trabajo por persona, comparado con todos los países medios o desarrollados? ¿Es un hecho “cultural”, una costumbre novohispana? ¿Por qué somos holgazanes menos “productivos”? No: porque los trabajadores deben completar sus ingresos salariales con otras chambas, horas extras, ventas informales (Tóper, Avón, etcétera). En México se trabajan 2 mil 246 horas anuales, frente a las mil 371 de Alemania, o las mil 724 de España. Pero bajemos la escala: Letonia, mil 903; mil 754 de Eslovaquia; mil 868 de Portugal, por no hablar de las mil 559 de Francia. Y por supuesto: dado que no alcanza el ingreso, también somos el país con menos días de vacaciones. ¿Alguien se puede extrañar de la irritación y el endemoniado “humor social” que predomina? Ver http://stats.oecd.org/Index.aspx?DatasetCode=ANHRS

Luego las voces del mainstream se quejan: la escasa bancarización de México, la más baja de América Latina. El año pasado la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y el INEGI publicaron una encuesta que reveló algo bastante obvio pero bien cuantificado: hay 42.6 millones de adultos que no tienen nada que ver con los bancos (ni cuentas, ni tarjetas, créditos, afores o ahorros). ¿Y qué explicación proporciona la misma encuesta nacional? Pues que 21 millones de mexicanos no cuentan con los ingresos suficientes o padece una gran inestabilidad laboral, lo que les impide “abrir una cuenta” pues no alcanzan a cumplir el “saldo mínimo”. Puede consultarse en 

Y desde la misma fuente otro dato trágico: la mayor parte de la población que contrata un crédito en México lo hace ¡para comprar comida! De las casi 30 millones de personas que declararon tener un crédito, el 35 por ciento lo hizo para atender sus gastos de alimentación, lo que debilita al propio sistema financiero, pues el dinero prestado no se invierte en proyectos que generan riqueza, sino para salir urgentemente del paso y comprar la leche de los niños. Ya se sabe: México, es un país que no llega a la quincena.

Y el tercer ejemplo: las pensiones. Según la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), en promedio, los mexicanos necesitamos aportar el 70 por ciento de nuestros ingresos para cubrir los gastos en la vejez y disfrutar de una pensión digna, que nos permita mantener la misma calidad de vida.

Los estudios de la Consar advierten que cada persona debe contar “entre 60 y 70 por ciento de los ingresos obtenidos durante su etapa productiva” para enfrentar la última parte de la vida. ¿Por qué? Por la baja aportación, 6.5 por ciento del salario base de cotización. Y además, no hay continuidad, porque el mercado laboral es extremadamente voluble: los bajos salarios propician que los trabajadores se muevan de un empleo al otro para ganar un poco más, con prolongados lapsos de vacío en sus ingresos.

En otras palabras: el problema de las pensiones no es un problema del futuro, sino un problema del presente y que emana de los bajísimos salarios. No se puede ahorrar, no se pueden distraer algunos pesos para cotizar, las vacaciones son un lujo y la tercera parte de la población no puede siquiera mantener una cuenta en el banco.

Contrario a la escuela económica de Carstens, Claudio X., Juan P. Castañón, viendo las cosas al derecho, los bajísimos salarios son una hidra, un cáncer que está comprometiendo ahora mismo la viabilidad de la economía y de la sociedad mexicana.