Categorías
El debate público

Viajar hacia el cerebro de Trump

 

 

 

 

Ricardo Becerra

La Crónica

08/04/2018

 

Por fin: llegó la respuesta presidencial mexicana —la de Peña Nieto, nuestro primer mandatario— a las bravatas e insultos del Señor Trump. Y no era para menos.

Hacía tres días que en pleno escenario oficial, Trump profirió nuevas amenazas, otra vez, inaceptables: condicionar la negociación del TLC a cambio de que México endurezca su política migratoria con nuestros vecinos del sur; amagó con suspender el programa DACA que protege a nuestros migrantes; socarrón, sugirió que su presión ha cambiado las decisiones soberanas de México y para terminar, militarizará la frontera, como si nuestro país fuese el culpable de la violencia en los Estados Unidos.

Todo ese coctel constituye un nuevo chantaje a la relación binacional y mereció una declaración enérgica del Gobierno. Mexicanos y extranjeros celebramos el contenido y el tono del mensaje, aunque para después no he visto ni leído lo evidente: es altamente probable que este episodio va a cambiar el cuadro internacional y debemos estar preparados.

La presidencia de Estados Unidos se había acostumbrado a una actitud demasiado tímida, demasiado cauta, que escurrió a nuestra diplomacia hacia su peor error, que yo recuerde (la malhadada visita del candidato a Los Pinos siendo ya el vociferante candidato antimexicano).

No nos engañemos. La psicología y la psicopolítica que domina la conducta de Trump, han supurado el cambio en la actitud mexicana. Al momento de leer estas líneas, me lo imagino —como la semana pasada—, rodeado de sus amigos más derechistas en su casa de Mar-A-Lago digiriendo, masticando, una posible respuesta.

¿Se imaginan mañana o pasado mañana este diálogo en la mesa de negociación del TLC: “Hi Idelfonso”, “Hola Robert” (Lighthizer) “retomaremos la negociación como la habíamos dejado ¿verdad Chrystia?”. Cordialidad, saludos, palmaditas, parabienes.

A mi modo de ver, no cabe esperar la “normalidad” de los últimos meses. La renovada postura de México ha tocado fibras que darán pretextos a la hostilidad, esa manía tan suya de sacar raja abusiva en cualquier terreno y su obsesión de causar daño a los mexicanos, sobre los que se ciernen muchos miedos y resentimientos, suyos y de una parte de la sociedad norteamericana.

Tuvo razón el presidente Peña: esa pulsión antimexicana se recrudece cada que su gobierno norteamericano fracasa en asuntos de política interior. Entonces mira al sur y lanza sus soflamas, no sólo retóricas, sino exigencias muy concretas, igualmente inadmisibles. Por ejemplo condicionar el acuerdo comercial trilateral a la política migratoria de México con Centroamérica. Exigirnos jugar el papel de alguacil en su traspatio y la mayor crueldad posible con los migrantes.

No soy adivino, pero insisto: las cosas van a cambiar. No hablo de una inminente crisis diplomática, pero si de nuevos movimientos, advertencias, intrusiones. Así que —creo— a querer o no, vamos a necesitar una estrategia, mucho más activa, explícita y una conversación nacional de un alcance que no nos la podremos ahorrar.

De los anales de la historia (noviembre de 2016) rescato ahora algunos puntos que el Instituto de Estudios para la Transición Democrática ya había puesto sobre la mesa para enfrentar la ira http://ietd.org.mx/mexico-frente-al-triunfo-de-la-ira/

Una enérgica afirmación de los principios del derecho internacional desde el Ejecutivo Federal, la Cancillería, desde el Congreso de la Unión y por supuesto en las Naciones Unidas; difusión en E.U. de los derechos que protegen a los mexicanos —con papeles y sin ellos— tanto en la Constitución norteamericana como en el marco jurídico internacional; abrir una conversación de alto nivel sobre política exterior con Canadá y con los estados y Ciudades de EU, que entienden la gravedad de la ofensiva, Nueva York, Los Ángeles y Chicago destacadamente; por ningún motivo, los derechos humanos de los migrantes de cualquier país y la política migratoria de México, deben ser atados o condicionados a la agenda del TLC; concertar una agenda interna de corrección en materia económica, eliminando soberanamente pretextos en la negociación del TLC, por ejemplo, iniciar una nueva política de recuperación de los salarios en México empezando con los mínimos; incorporar en la agenda hemisférica el fin de la guerra contra las drogas y su legalización en México, tal y como está ocurriendo en EU, entre otras muchas cosas por hacer, no sólo declarar.

El cerebro de Trump está trabajando. Por primera vez, su chivo expiatorio respondió. Peña abrió una puerta desconcertante para el magnate que nuestra política no podrá cerrar sino desarrollar: EU respeta a quien se hace respetar, y eso no lo había ni imaginado, desde México.

Pero con ello cambiarán las cosas. No falta mucho. Esperen el siguiente tuit.