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El debate público

Como al inicio del tiempo

Raúl Trejo Delarbre

La Crónica

22/07/2019

Se trataba de “el relámpago que divide dos épocas como en un abismo” aseguró Jacobo Zabludovsky, colmado de emoción, mientras Neil Armstrong dejaba sus primeras huellas en la Luna. Aquella noche de julio, hace medio siglo, millones de mexicanos éramos y nos sabíamos contemporáneos de centenares de millones más que miraban la misma señal de televisión. Cada uno de quienes compartimos ese momento recuerda en qué circunstancias lo vivió.

Así nos sucede ante los acontecimientos históricos. Por lo general cuando nos recordamos ante las tragedias. Los que tenemos edad suficiente sabemos en dónde y con quiénes estábamos, cuando supimos que asesinaron a Kennedy o a Colosio, o cuando ocurrió el ataque a las Torres Gemelas. La saga de la Apolo XI, en cambio, fue un hito para el que nos preparamos. Seguimos cada momento del vuelo de Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. Aquella noche de domingo sabíamos que en las imágenes borrosas pero sorprendentemente magnéticas que recorrían 384 mil kilómetros presenciábamos un trozo inolvidable de historia —de la Historia, con mayúscula, y también de la biografía de cada uno de nosotros.

“Siendo en México las 20:56 del 20 de julio de 1969 el primer ser humano ha puesto el pie sobre la superficie lunar”, narró Zabludovsky dede el centro de la NASA en Houston. Miguel Alemán Velasco, que estaba a su lado, perdió la voz. “Detengan ustedes su reloj si lo desean conservar como recuerdo de este momento”, enfatizó el periodista. A los dos conductores la intensidad del momento los deslumbró tanto que no tradujeron las palabras del primer astronauta que pisó la Luna.

En la transmisión se alcanzó a escuchar en inglés la frase de Armstrong que acompañaría para siempre el recuerdo de aquella aventura: “éste es un pequeño paso para un hombre, pero un enorme salto para la humanidad”, mas los conductores de la transmisión para Telesistema Mexicano y W Radio no la tradujeron. En descargo de ellos se puede decir que, al día siguiente, pocos diarios en México y el mundo destacaron esa frase. “Hazaña”, “Conquista”, “Caminan” “Pone el pie”, fueron las expresiones más frecuentes, junto a la palabra Luna, en la prensa del 21 de julio.

Días antes, el 16 de julio por la mañana, el lanzamiento del Saturno 5, que llevaría fuera de la Tierra a la Apolo XI fue narrado por Alemán Velasco desde Cabo Kennedy. Mientras el cohete de casi 3 mil toneladas comenzaba a cruzar la atmósfera, Alemán leyó los versos que medio siglo antes, en 1917, escribió Amado Nervo al imaginar un momento como aquel: “¿quién será en un futuro no lejano el Cristóbal Colón de algún  planeta…?”

Mientras aquellos hombres llegaban a la Luna, el mundo no dejó de girar y desvariar. El día que despegó el Saturno V estaba en su apogeo la Guerra del Futbol, en donde la pasión deportiva fue sólo pretexto para desahogar viejas rencillas entre Honduras y El Salvador. El viernes 18, cuando la Apolo XI entraba a la zona de influencia de la Luna, el senador Edward Kennedy chocó en un puente en Chappaquiddick, en Massachussetts; su acompañante, la joven Mary Jo Kopechne, que había sido secretaria de su hermano Robert, murió ahogada. El 22 de julio, cuando la nave espacial viajaba de vuelta a la Tierra, Francisco Franco designó a Juan Carlos de Borbón como sucesor suyo en la jefatura del Estado español.

En México aún faltaban tres meses para que, el 21 de octubre, ocurriera el “destape” de Luis Echeverría como sucesor de Gustavo Díaz Ordaz. A fines de aquel julio, mientras nos asombrábamos con la proeza de la NASA, estaban por cumplirse apenas diez meses de la Noche de Tlatelolco, cuyas causas e implicaciones eran lejanas a buena parte de la sociedad mexicana.

En esos días de julio se publicó el informe final sobre el accidente de la aeronave de Mexicana de Aviación que ocurrió el día 4 del mes anterior cerca de Monterrey. Allí murieron 79 personas, entre ellas el expresidente del PRI Carlos Madrazo Becerra (promotor de un fallido intento para renovar a ese partido) y el tenista Rafael Osuna. Fue un “error de la tripulación”, dictaminó la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

En aquella semana, mientras el mundo se azoraba con las imágenes que llegaban de la Luna, en Huautla, Oaxaca, la Policía Judicial detuvo a cerca de 70 jóvenes, varios de ellos extranjeros, por consumir drogas al amparo de la célebre curandera María Sabina. En la capital mexicana un grupo de 50 jóvenes tomó la Preparatoria 7. Calificados como “porros” por estudiantes de ese plantel, los ocupantes dijeron que querían evitar que la Prepa siguiera siendo centro de “agitaciones”. El miércoles 23 hubo un enfrentamiento a balazos y murió un estudiante. Cuando las autoridades de la Preparatoria pudieron entrar encontraron los pasillos pintados con leyendas como “fuera rojos” y “mueran los comunistas”.

El mismo 23 de julio la Procuraduría de Justicia del DF informó que había sido detenido el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista Mexicano, Eduardo Montes Manzano. Lo acusaron de querer aprovechar la conmemoración por el aniversario de la Revolución Cubana, el 26 de julio, para exigir la libertad de los presos políticos. Por ese “delito” pasó a incrementar la lista de tales presos.

El 19 de julio, mientras la Apolo XI preparaba el alunizaje, en la cárcel de Lecumberri José Revueltas le escribió una carta a Octavio Paz. El autor de El luto humano, preso después del movimiento estudiantil del año anterior, deploraba sobre todo el encarcelamiento de sus compañeros más jóvenes y celebraba la vigencia, siempre, de la poesía: “Hemos aprendido desde entonces que la única verdad, por encima y en contra de todas las miserables y pequeñas verdades de partidos, de héroes, de banderas, de piedras, de dioses, que la única verdad, la única libertad es la poesía, ese canto lóbrego, ese canto luminoso”.

Los medios de comunicación en todo el mundo propagaron la llegada a la Luna. ¿Cómo narrar ese acontecimiento más allá de lo que se repetiría en toda la prensa? Los editores de The New York Times le pidieron al escritor Archibald MacLeish un poema para esa ocasión. Los versos de Viaje a la Luna aparecieron en la primera plana de la histórica edición del lunes 21 de julio. El poema termina así:

“…descendimos la tarde del cuarto día

fue rápido, pusimos el pie al amanecer sobre tus playas

tamizamos tu arena fría entre los dedos.

Aquí estamos, en el anochecer, el frío, el silencio…

y aquí, como al inicio del tiempo, alzamos la vista.

Sobre nosotros, más hermosa que la Luna, una

Luna, maravilla para nosotros, inaccesible,

anhelo más allá del alcance del anhelo,
una luz más allá de nuestra luz, de nuestras vidas —quizás

un sentido para nosotros…

                                         Oh, ¡un sentido!

sobre nosotros en estas playas silenciosas la Tierra brillante,

             presencia entre nosotros”.

Aquella vez el poeta dijo más que las noticias. El principal valor del viaje a la Luna fue la posibilidad de mirarnos desde lejos, en perspectiva, distantes y distintos —veleidosos y vulnerables— en el universo.