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«Cuba: ciudadanos que temer y muertes sospechosas»

Un episodio, un síntoma y una tragedia, a superficie, el límite político del régimen cubano. Un análisis de Raúl Trejo, Carlos Monsivaís y la ortodoxa respuesta del Comandante Fidel y del periódico Granma.

El asesinato de Orlando Zapata

Raúl Trejo Delarbre
SOCIEDAD Y PODER. 28/02/2010

Orlando Zapata Tamayo era albañil. También hacía trabajos de plomería. Nació en Banes, al sureste de Cuba, el 15 de mayo de 1967. Viajó a La Habana en busca de empleo pero en vez de trabajo encontró la cárcel. El martes pasado, 23 de febrero, murió después de 86 días en huelga de hambre.

Algún biógrafo escrupuloso, algún día, reconstruirá el quiebre en la historia del negro Orlando Zapata que lo convirtió, de albañil, en preso político. Para ello, será necesario que en Cuba existan condiciones de libertad e investigación social y periodística que hoy son imposibles.

Los funerales de Orlando Zapata, como ha reseñado la prensa de todo el mundo, estuvieron vedados para sus simpatizantes y para los periodistas extranjeros. Sin embargo la agonía, la muerte y el acoso policiaco contra sus familiares y amigos, han sido conocidos gracias a los enlaces de Internet que colocan, arriesgándose más que de costumbre, algunos defensores de los derechos humanos en Cuba.

En diciembre de 2002, Orlando Zapata fue detenido por participar en una manifestación en La Habana. Lo acusaron de desacato. Estuvo en prisión tres meses pero en marzo de 2003 fue arrestado nuevamente, cuando participaba en un ayuno público por la libertad de 75 escritores y activistas cubanos que habían sido encarcelados.

Zapata Tamayo comenzó así, trasladado de una prisión a otra, una cadena de crecientes enfrentamientos con el régimen cubano. Un año más tarde lo condenaron a tres años de cárcel. Exigió que no lo trataran como recluso común sino como preso de conciencia. En varias ocasiones se negó a vestir el uniforme del presidio y rechazaba la comida de la cárcel para alimentarse con los víveres que le llevaba su madre. A cada reclamo, era sometido a golpizas y otros maltratos.

El gobierno cubano le abrió más juicios. Después de nueve procesos sumarios, Zapata llegó a acumular condenas por 36 años de cárcel luego le redujeron la pena a 25 años. Pero él no dejaba de reclamar. Para denunciar las condiciones en las que se encontraban presos como él, Orlando Zapata sostuvo varias huelgas de hambre que inevitablemente minaban su condición física. La última, la comenzó el 3 de diciembre del año pasado. Zapata dijo que sólo tomaría agua, pero hay quienes aseguran que en varias ocasiones las autoridades carcelarias le impidieron beber ese líquido como castigo por la huelga de hambre.

Encerrado en un calabozo insalubre según ha relatado Yoani Sánchez, autora del blog más leído acerca de la situación social en Cuba aislado de sus familiares y de quienes dentro y fuera de Cuba se preocupaban por su salud, Orlando Zapata fue llevado a un hospital, y luego a otro más, pero entre el ayuno, las palizas, las amenazas y el aislamiento, su salud estaba muy deteriorada. Murió la noche del martes 23. Después de recibir el cuerpo, su madre y quienes le acompañaban pudieron ver las heridas que habían dejado los frecuentes golpes que sufría aquel antiguo albañil transfigurado en defensor de los derechos humanos.

A Orlando Zapata lo asesinó el gobierno de Cuba. Raúl y Fidel Castro suman esa a la extensa lista de crímenes que han cometido desde hace medio siglo. La reacción que se ha extendido en medios de comunicación de todo el mundo sugiere que la impunidad del régimen cubano podría estar declinando a pesar de la complacencia que todavía encuentra en los gobiernos de América Latina, incluido el de México.

En un intento para contener las protestas internacionales, el gobierno de Cuba intenta sostener que Orlando Zapata no era preso político sino delincuente común. El sábado 27 el diario Granma publicó un vergonzoso texto del escritor Enrique Urbieta Gómez que prácticamente acusa a Zapata… por haber fallecido. Después de asegurar que hoy en día “es difícil morirse en Cuba”, Urbieta asegura que el deceso de Orlando Zapata fue planeado por “la contrarrevolución” para convertirlo en bandera política: “Zapata Tamayo fue manipulado y de cierta forma conducido a la autodestrucción”. Además de suponer sin sustento alguno que ese ciudadano cubano habría sido manipulado como si no hubiera tenido voluntad ni convicciones propias, el autor del artículo no explica cómo pudo haber ocurrido esa operación si Orlando Zapata se encontraba aislado en la cárcel.

Ayer mismo, en Cuba, la abogada Laritza Diversent, una de las voces críticas que han podido expresarse gracias a Internet, respondió punto por punto las acusaciones del escritor Urbieta Gómez. Además de documentar la hipocresía de Urbieta cuando dice que casi nadie muere en Cuba, la joven autora explica que en ese país, comete el delito de desacato aquel que “amenace, calumnie, difame, insulte, injurie o de cualquier modo ultraje u ofenda, de palabra o por escrito, en su dignidad o decoro a una autoridad, funcionario público, o a sus agentes o auxiliares, en ejercicio de sus funciones o en ocasión o con motivo de ellas”.

La sanción para ese delito es de un año, pero a Zapata le impusieron tres porque según sus acusadores cuando se sumó a un ayuno público en 2003 había ofendido al presidente y al Consejo de Estado cubanos. La abogada Diversent explica que se trataba, claramente, de una acusación política. Si a Zapata lo hubieran encarcelado por delitos graves como dicen el gobierno cubano y sus voceros no lo habrían condenado, inicialmente, tan sólo a tres años de cárcel.

Por otra parte, desde enero de 2004 Orlando Zapata había sido declarado “preso de conciencia” por Amnistía Internacional en vista de las acusaciones, las circunstancias y las irregularidades de su proceso penal.

La madre de Orlando Zapata le da a conocer al periódico La Razón, de España, el texto que encontró escrito a lápiz en una camisa que estaba entre las pertenencias de su hijo:

Orlando Zapata Tamayo. Hora, tres de la tarde. Ciudad de Holguín. 26 del 10 de 2009. Mi sangre, al servicio de la libertad y de la democracia, de 11 millones de cubanos y de su temor a expresarse por miedo a estar más encarcelados de lo que están. ¡Vivan los Derechos Humanos! ¡Vivan! ¡Vivan las Damas de Blanco! ¡Vivan! Camiseta de preso político y de conciencia. Orlando Zapata Tamayo, quien fuera golpeado el día 26 de octubre de 2009 por la Policía terrorista del dictador Fidel Castro y su hermano Raúl. Fidel y Raúl son terroristas. ¡Abajo Fidel y Raúl! ¡Abajo cincuenta años de dictadura! Fidel y Raúl, sois asesinos. ¡Viva la oposición interna! ¡Viva! ¡Libertad para todos los presos políticos! ¡Libertad!

http://sociedad.wordpress.com

La muerte de un preso de conciencia

Carlos Monsiváis
El Universal. 28/02/2010

El 24 de febrero de 2010 muere, luego de una prolongada huelga de hambre, el preso cubano Orlando Zapata Tamayo. El albañil y plomero negro de 42 años, del pueblo de Banes, pertenecía al grupo de 75 disidentes detenidos en 2003 por “desacato, desorden público y desobediencia”, delitos más propios de un Estado totalitario que del “país más libre del mundo”, como aseguran sus fieles. A los detenidos se les aplicaron penas de hasta 28 años de cárcel, aunque Zapata Tamayo, cuyo agravante era la defensa de los derechos humanos, recibió una condena de hasta 36 años de prisión. Fue excarcelado el 7 de marzo de 2003, y se le detuvo nuevamente el 20 del mismo mes, mientras participaba en un ayuno junto a Martha Beatriz Roque Cabello y cuatro ayunantes más, a favor de Óscar Elías Biscet González y demás presos políticos. Se le enjuició el 18 de mayo de 2004 y fue sentenciado a otros tres años de prisión. Cumplía su condena en la penitenciaría de Guanajay en provincia Habana, hasta que el 15 de enero de 2005 fue trasladado para la prisión Taco-Taco, en la provincia de Pinar del Río. Amnistía Internacional lo adoptó como prisionero de conciencia.

El disidente inició la huelga de hambre al negarse el gobierno a sus demandas, entre ellas, vestir la ropa blanca de disidente y no el uniforme de recluso común. Además, protestó por las condiciones de vida de los presos políticos y rechazó la comida del penal alimentándose de lo que, cada tres meses, le llevaba a la cárcel su madre. Desde febrero, Zapata Tamayo fue sometido periódicamente a un tratamiento con suero, para la hidratación de su organismo. Él alertó: “Si muero, el gobierno intentará responsabilizarme”.

Al enterarse de la noticia el presidente Raúl Castro lamentó la muerte y produjo la explicación más insólita: “Este hecho es el resultado de la relación con EU, en la isla no existen torturados, no hubo torturados, no hubo ejecución. Eso sucede en la base (estadounidense) de Guantánamo” (Información de Gerardo Arreola en La Jornada). Según el gobierno cubano, no hay disidencia en la isla y quienes así se identifican trabajan para el gobierno de Washington. Según el escritor cubano Antonio José Ponte, Zapata en marzo de 2009 fue sometido a una operación por el coágulo cerebral producido por los golpes de sus carceleros. Hace unos días, 40 presos políticos cubanos le pidieron al presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, que visitaría Cuba, su intercesión a favor de Zapata Tamayo.

De acuerdo a Ponte, es creíble la hipótesis de que los Castro Ruz “aceptaron el reto que les tendía un preso… ¿Cuánto pesa un huelguista de hambre muerto cuando se tiene la eterna coartada del bloqueo estadounidense? Las coartadas de libertad e independencia nacional, perfectamente comprobadas por el régimen desde hace medio siglo, han de prestarse ya a tapar este escándalo. Y, una vez más, se le abrirá expediente al asesinado, inventándole alguna misión de inteligencia estadounidense o destino parecido”.

El cadáver de Zapata se trasladó al pueblo de Banes, en la provincia de Holguín, mientras decenas de opositores eran detenidos en el este del país para impedir su presencia en el sepelio, informó Elizardo Sánchez, de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. El control en la población fue riguroso. La policía tomó la entrada de Banes y detuvo a todos los vehículos pidiendo documentación. Se devolvía a los carentes de “razón justificada”. El entierro fue como se esperaba, con la policía que reemplazaba a los deudos, a los que no se dejó llegar. Los agentes de la Seguridad de Estado tomaron Banes, y detuvieron o encerraron en sus hogares a 50 disidentes de Holguín. Pero se impuso una voz, la de su madre, Reina Tamayo, se alzó por encima de la represión: “¡Acabaron con Zapata, acabaron con Zapata! Fue un asesinato premeditado. Lo dejaron 18 días sin tomar agua en Camagüey. El gobierno totalitario de Fidel Castro es el responsable de la muerte de mi hijo”. (En Público de España, 26 de febrero de 2010).

Doña Reina afirmó en un video difundido por la bloguera Yoani Sánchez que el caso fue “un asesinato premeditado” y pidió al mundo “que exijan la libertad de los demás presos… para que no vuelva a suceder lo que ha sucedido”. Yoani fue detenida brevemente al querer firmar el libro de condolencias instalado en La Habana (El Nacional).

El arzobispo de Santiago, Dionisio García Ibáñez, aseguró en un comunicado: “En varias ocasiones pedí visitar a Zapata sin lograrlo”. De acuerdo con Gerardo Arreola, la opositora Caridad Caballero, residente en Holguín, pasó unas 20 horas detenida sin cargos en el Órgano de Instrucción de Seguridad del Estado. Ella aseguró que habría en ese lugar unos 20 activistas detenidos, igualmente sin acusaciones concretas. Entrevistado por periodistas brasileños, Raúl Castro respondió a las acusaciones de los organismos de derechos humanos sobre el trato a la disidencia: “Esto es porque estos grupos son como la prensa que publica lo que quieren los patrones”. Al inquirir otro reportero por la ausencia de periodistas no brasileños, fue contundente (versión aproximada): “Reconozco que en Cuba no tenemos una libertad de expresión. Pero si Estados Unidos nos dejara en paz, eso podría cambiar”.

La mayoría de los cubanos ignoran la muerte del disidente, ya que “los medios nacionales la han obviado totalmente, [pero] poco a poco, a través de internet y de las antenas satelitales clandestinas se va esparciendo la información” (Fernando Ravsberg de BBC Mundo). CubaNet, medio en español y Yoani Sánchez (a través de Twitter) aseguran que 4 presos políticos, y el periodista Guillermo Coco Fariñas, han iniciado sus propias huelgas de hambre. “Quiero que la opinión pública mundial y el pueblo de Cuba comprendan que la muerte de Zapata Tamayo no fue un hecho aislado, un error o una casualidad, que Orlando fue asesinado por el gobierno cubano”, dijo Fariñas a CubaNet, que habló con el periodista el 25 de febrero. En 2006, Fariñas se lanzó a una huelga de hambre de siete meses que casi le causó la muerte para reclamar para los cubanos el acceso libre a internet.

El bloqueo de Estados Unidos a Cuba ha sido una infamia y un crimen condenados por casi todos los países; también, es más que dudosa la autoridad moral en materia de derechos humanos de un buen número de gobiernos que critican al régimen de Castro. Esto, sin embargo, no disminuye la gravedad de los hechos: un preso de conciencia muerto en condiciones de oprobio carcelario; la persistencia de la represión a la disidencia; el aislamiento policiaco de un entierro; el cerco informativo dentro de Cuba; la actitud desdeñosa de las autoridades cubanas ante la crítica. Orlando Zapata Tamayo no es ni debe ser un caso más en una larga historia de aplastamiento de la protesta.

Cuba nunca ha asesinado a un adversario

Fidel Castro
El País. La Habana/Madrid – 02/03/2010

El ex presidente sale al paso de las críticas internacionales por la muerte del opositor Zapata.

«Jamás Cuba ha ordenado el asesinato de un adversario». Así lo asegura Fidel Castro en un artículo leído por un locutor en la televisión nacional, con el que el líder cubano sale al paso de las críticas internacionales contra el Gobierno de la isla por la polémica muerte del opositor Orlando Zapata, fallecido la semana pasada al cabo de 85 días en huelga de hambre. En la nota, el ex presidente cubano defiende especialmente al mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a quien en los últimos días se ha acusado de ignorar el caso de Zapata en su reciente visita a La Habana . «Algunos envidiosos de su prestigio y de su gloria, y peor aún, los que están al servicio del imperio (EE UU), lo criticaron por visitar Cuba», escribe. Pero «Lula conoce desde hace muchos años que en nuestro país jamás se torturó a nadie, jamás se ordenó el asesinato de un adversario, jamás se mintió al pueblo. Tiene la seguridad de que la verdad es compañera inseparable de sus amigos cubanos», agrega.

El presidente brasileño se reunió el miércoles pasado en La Habana con Fidel Castro y con su hermano y sucesor en la presidencia, Raúl, que pronunció ante él las primeras palabras sobre el caso Zapata a periodistas de la comitiva de Lula. «No hubo torturados, no hubo ejecución. Eso sucede en la base de Guantánamo», dijo el actual mandatario. Después, Lula partió hacia Haití y El Salvador, desde donde declaró que no se puede juzgar el gobierno de un país por la actitud de un ciudadano que se declara en huelga de hambre. «Un ciudadano que entra en huelga de hambre está tomando una opción. En mi opinión, una opción equivocada», dijo, recordó además que él mismo recurrió a este tipo de protesta en Brasil cuando era dirigente sindical, pero que «jamás» haría huelga de hambre de nuevo.

Dos presos abandonan la huelga de hambre

Mientras, dos disidentes cubanos encarcelados decidieron ayer abandonar la huelga de hambre que comenzaron la semana pasada tras la muerte Zapata, mientras que al menos dos más y el periodista Guillermo Fariñas persisten en esa medida, según fuentes de la disidencia. Diosdado Gonzalez, que cumple una condena de 20 años en la cárcel Kilo 5 de la provincia occidental de Pinar del Río, ya ha dejado el ayuno, y Eduardo Díaz Fleitas, recluido en el mismo penal con una sentencia de 21 años, ha anunciado que lo hará este martes, cuando se cumplen siete días de la muerte de Tamayo.

Según el portavoz de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), el opositor Elizardo Sánchez, mantienen el ayuno Nelson Molinet, también de la cárcel Kilo 5, y Fidel Suárez, del penal Kilo 8 en la misma región, cada uno con condena de 20 años. Además sigue en huelga de hambre y sed en su casa de la ciudad central de Santa Clara el psicólogo y periodista Farinas, que ha hecho caso omiso de las peticiones de Sánchez, sus familiares y otros opositores para que abandone el ayuno.

La mayoría de la disidencia cubana ha expresado en los últimos días su oposición a que continúen las huelgas de hambre en las prisiones. Activistas de derechos humanos y familiares de los presos tratan de convencer a los huelguistas de que depongan su actitud, con el argumento de que el Gobierno será «insensible» a este tipo de acciones pacíficas de presión, y que lo más importante es preservar la salud.

El portavoz de la CCDHRN cree probable que en breve acaben todas las huelgas de hambre en las cárceles y sólo persista Fariñas, que pide la liberación de los aproximadamente 200 presos políticos que hay en Cuba. «Sigue persistiendo en mantener la huelga de hambre que comenzó pese a los llamados que se le han hecho para que la abandone, por las secuelas que arrastra de las que realizó en años anteriores. Pero nadie ha logrado convencerlo, ni la madre, ni la esposa, ni la hija», asegura Sánchez.

Fariñas ha hecho 23 ayunos desde 1995, el más sonado de seis meses en 2006 -con intervalos en el hospital, donde fue alimentado por vía intravenosa- para exigir acceso sin restricciones a Internet, algo que sigue sin existir en la isla gobernada por los hermanos Fidel y Raúl Castro desde hace 51 años. «Tiene síntomas de deshidratación, dolores de cabeza y articulaciones (…), tiene la piel seca y elimina menos y muy concentrado (…). Está decaído, pero no ha perdido el conocimiento ni muestra incoherencias», ha declarado la madre del periodista.

Según relató el propio Fariñas el pasado viernes, dejó de comer y beber el miércoles, cuando fue detenido y golpeado por policías que le impidieron ir a Banes, pueblo del oriente de Cuba donde fue enterrado Zapata entre grandes controles de la seguridad del Estado.

Las fuerzas de seguridad cubanas realizaron al menos 126 detenciones o retenciones «arbitrarias» tras la muerte de Zapata, según la CCDHRN, que destaca «la oleada de represión política desatada por el gobierno de Cuba la semana pasada, en conexión con la muerte y los funerales» de Zapata. Todos los detenidos fueron liberados en menos de 24 horas o al cabo de varios días, excepto Israel Poveda Silva, que fue internado en la prisión de alta seguridad de Guantánamo.

¿Para quién la muerte es útil?

Enrique Ubieta Gómez
Granma, La Habana. 28/02/2010

La absoluta carencia de mártires que padece la contrarrevolución cubana, es proporcional a su falta de escrúpulos. Es difícil morirse en Cuba, no ya porque las expectativas de vida sean las del Primer Mundo nadie muere de hambre, pese a la carencia de recursos, ni de enfermedades curables, sino porque impera la ley y el honor. Los mercenarios cubanos pueden ser detenidos y juzgados según leyes vigentes en ningún país pueden violarse las leyes: recibir dinero y colaborar con la embajada de un país considerado como enemigo; en Estados Unidos, por ejemplo, puede acarrear severas sanciones de privación de libertad, pero ellos saben que en Cuba nadie desaparece, ni es asesinado por la policía. No existen «oscuros rincones» para interrogatorios «no convencionales» a presos-desaparecidos, como los de Guantánamo o Abu Ghraib. Por demás, uno entrega su vida por un ideal que prioriza la felicidad de los demás, no por uno que prioriza la propia.

En las últimas horas, sin embargo, algunas agencias de prensa y gobiernos se han apresurado en condenar a Cuba por la muerte en prisión, el pasado 23 de febrero, del cubano Orlando Zapata Tamayo. Toda muerte es dolorosa y lamentable. Pero el eco mediático se tiñe esta vez de entusiasmo: al fin parecen decir, aparece un «héroe». Por ello se impone explicar brevemente, sin calificativos innecesarios, quién fue Zapata Tamayo. Pese a todos los maquillajes, se trata de un preso común que inició su actividad delictiva en 1988. Procesado por los delitos de «violación de domicilio» (1993), «lesiones menos graves» (2000), «estafa» (2000), «lesiones y tenencia de arma blanca» (2000: heridas y fractura lineal de cráneo al ciudadano Leonardo Simón, con el empleo de un machete), «alteración del orden» y «desórdenes públicos» (2002), entre otras causas en nada vinculadas a la política, fue liberado bajo fianza el 9 de marzo del 2003 y volvió a delinquir el 20 del propio mes. Dados sus antecedentes y condición penal, fue condenado esta vez a 3 años de cárcel, pero la sentencia inicial se amplió de forma considerable en los años siguientes por su conducta agresiva en prisión.

En la lista de los llamados presos políticos elaborada para condenar a Cuba en el 2003 por la manipulada y extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, no aparece su nombre como afirma, sin verificar las fuentes y los hechos, la agencia española EFE, a pesar de que su última detención coincide en el tiempo con la de aquellos. De haber existido una intencionalidad política previa, no hubiese sido liberado once días antes. Ávidos de enrolar a la mayor cantidad posible de supuestos o reales correligionarios en las filas de la contrarrevolución, por una parte, y convencido por la otra de las ventajas materiales que entrañaba una «militancia» amamantada por embajadas extranjeras, Zapata Tamayo adoptó el perfil «político» cuando ya su biografía penal era extensa.

En el nuevo papel fue estimulado una y otra vez por sus mentores políticos a iniciar huelgas de hambre que minaron definitivamente su organismo. La medicina cubana lo acompañó. En las diferentes instituciones hospitalarias donde fue tratado existen especialistas muy calificados a los que se agregaron consultantes de diferentes centros, que no escatimaron recursos en su tratamiento. Recibió alimentación por vía parenteral. La familia fue informada de cada paso. Su vida se prolongó durante días por respiración artificial. De todo lo dicho existen pruebas documentales.

Pero hay preguntas sin responder, que no son médicas. ¿Quiénes y por qué estimularon a Zapata a mantener una actitud que ya era evidentemente suicida? ¿A quién le convenía su muerte? El desenlace fatal regocija íntimamente a los hipócritas «dolientes». Zapata era el candidato perfecto: un hombre «prescindible» para los enemigos de la Revolución, y fácil de convencer para que persistiera en un empeño absurdo, de imposibles demandas (televisión, cocina y teléfono personales en la celda) que ninguno de los cabecillas reales tuvo la valentía de mantener. Cada huelga anterior de los instigadores había sido anunciada como una probable muerte, pero aquellos huelguistas siempre desistían antes de que se produjesen incidentes irreversibles de salud. Instigado y alentado a proseguir hasta la muerte esos mercenarios se frotaban las manos con esa expectativa, pese a los esfuerzos no escatimados de los médicos, su nombre es ahora exhibido con cinismo como trofeo colectivo.

Como buitres estaban algunos medios los mercenarios del patio y la derecha internacional, merodeando en torno al moribundo. Su deceso es un festín. Asquea el espectáculo. Porque los que escriben no se conduelen de la muerte de un ser humano en un país sin muertes extrajudiciales, sino que la enarbolan casi con alegría, y la utilizan con premeditados fines políticos. Zapata Tamayo fue manipulado y de cierta forma conducido a la autodestrucción premeditadamente, para satisfacer necesidades políticas ajenas. ¿Acaso esto no es una acusación contra quienes ahora se apropian de su «causa»? Este caso, es consecuencia directa de la asesina política contra Cuba, que estimula a la emigración ilegal, al desacato y a la violación de las leyes y el orden establecidos. Allí está la única causa de esa muerte indeseable.

Pero, ¿por qué hay gobiernos que se unen a la campaña difamatoria, si saben porque lo saben, que en Cuba no se ejecuta, ni se tortura, ni se emplean métodos extrajudiciales? En cualquier país europeo pueden hallarse casos a veces, francas violaciones de principios éticos, no tan bien atendidos como el nuestro. Algunos, como aquellos irlandeses que luchaban por su independencia en los años ochenta, murieron en medio de la indiferencia total de los políticos. ¿Por qué hay gobernantes que eluden la denuncia explícita del injusto confinamiento que sufren Cinco cubanos en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo, y se apresuran en condenar a Cuba si la presión mediática pone en peligro su imagen política? Ya Cuba lo dijo una vez: podemos enviarles a todos los mercenarios y sus familias, pero que nos devuelvan a nuestros Héroes. Nunca podrá usarse el chantaje político contra la Revolución cubana.

Esperamos que los adversarios imperiales sepan que nuestra Patria no podrá ser jamás intimidada, doblegada, ni apartada de su heroico y digno camino por las agresiones, la mentira y la infamia.