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El debate público

Salida en falso

Ricardo Becerra

La Crónica

31/05/2020

Supimos las ideas que el gobierno de la República pone en juego al iniciar las primeras semanas de junio en un camino que ha bautizado “nueva normalidad”, apenas el viernes pasado.

Un día antes el Presidente lo había anunciado así: “entraremos a una fase nueva”. Insistió, “ya se domó la pandemia” y fue especialmente enfático en subrayar lo que parece ser su mayor preocupación “ya se alejó el riesgo de una saturación de los hospitales… cosa que hubiera causado mucho dramatismo”.

A la mañana siguiente el vocero sanitario se encargó de mostrarnos el camino. Un “regreso gradual, ordenado y cuidadoso” previsto con antelación desde que se definió “…el periodo del 23 de marzo al 31 de mayo, la Jornada Nacional de Sana Distancia”. El éxito del período se demuestra en la reducción de la movilidad del 81 por ciento, que en algunos días logró la Ciudad de México “la región que concentra el principal foco de contagio nacional” y porque el 6 y 8 de mayo, “alcanzó su pico de contagio, tal y como aquí lo dijimos”. En otras palabras: la epidemia está controlada.

Busco en las diapositivas diarias de la Secretaría de Salud y constato que sus propios datos contradicen ese dicho: en nuestra Ciudad el primero de mayo se registraron 5,584 casos de Covid-19; el día 8 (en el que se supone, andaríamos en la cima) 8,705; el día 14, 11,664 y antier, 29 de mayo, 24,265.

Es obvio que los contagios siguen creciendo pero haríamos trampa si vemos la simple acumulación, por eso es necesario y mejor, mirar al ritmo de contagios. Del primero de mayo al 14 del mismo mes, la tasa de crecimiento se duplica (2.08 veces). Y del 14 al 29 de mayo, la tasa de duplicación quincenal se mantiene (no se reduce, se mantiene incólume, en 2.08 veces).

¿Y las muertes? Pasa casi lo mismo: en la primera quincena, el ritmo se duplica 2.7 veces. Y en la segunda, también se duplican a razón de 2.3 veces. Todo esto sin entrar al espinoso asunto de los sub-registros.

Digámoslo con todas sus letras: las autoridades sanitarias mexicanas deberían demostrar que el ritmo de contagios, de hospitalización y de muertes se estuvo reduciendo constante y consistentemente, durante la quincena previa. Sus números (y tampoco sus mapas) lo demuestran. Más bien exhiben lo contrario.

¿Y porque tendrían que probar esa reducción? Porque lo exige un estándar internacional, un consenso médico de la Organización Mundial de la Salud y de los principales centros científicos y sanitarios, como el de Atlanta (CDC). Un aspecto en el que, entre nosotros, han insistido Julio Frenk, S. Chertorivski y José Narro. 

Los tres criterios para poder abandonar el confinamiento son:

1) Una reducción sostenida y demostrada en el número de contagios, hospitalizaciones y decesos, durante al menos dos semanas continuas.

2) Los sistemas de salud y hospitalización deben exhibir la capacidad suficiente para recibir nuevos pacientes en caso de que la apertura provoque un repunte en el número de enfermos.

3) Y por supuesto: haber fortalecido el sistema de vigilancia epidemiológica, ya no mediante modelos ni cálculos probabilísticos sino mediante la información cierta que proveen las pruebas masivas entre la población. Porque ahora sí, sería imperdonable no poder actuar con rapidez en la contención de brotes. 

Como vemos, la decisión de lanzarnos a una “nueva normalidad” no se sostiene ni en los datos gubernamentales ni en los protocolos del consenso médico internacional.

La propia conferencia del viernes 29 fue bastante explícita: la fecha para aventurarnos en la “nueva etapa” se definió mucho antes, antes de las evidencias, previo a los datos de la realidad, sin conocer a ciencia cierta la evolución de la pandemia.

Fue escrito en granito desde marzo: la sana distancia duraría 70 días (del 23 de marzo y hasta hoy) y punto. Fue una decisión de gobierno, política, fuera del monitoreo científico ya no digamos fuera de toda deliberación pública.

Por eso, es posible que mañana los mexicanos seamos lanzados a uno de los pasajes más hilarantes y trágicos en el tiempo de la pandemia. Cuando los datos indican que todavía no debemos salir, cuando todavía no cumplimos con los requisitos sanitarios exigibles, sin embargo, lo haremos, bien porque no nos queda de otra (muchos necesitan ganarse el sustento), a tientas, en una masiva salida en falso por anticipada orden suprema del Presidente de la República.